El cielo es mi único límite♥.

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Espero que te guste todo lo que leas en este blog, porque es mi pequeño espacio. Iré publicando todas las novelas que escriba o adapte, y también iré creando posts parecidos a los de Tumblr.
{Belieber&Directioner} Si eres un hater, puedes volver por donde has venido, no creo que aquí haya nada que te interese.

miércoles, 4 de enero de 2012

Química Perfecta {20} «Adaptada»

~ _____ ~
Llegué tarde al partido de fútbol. Después de que Justin se marchara, me quedé en ropa interior y salté a la piscina para coger las llaves. Gracias a Justin, descendí de categoría. Darlene, la co-capitana del equipo de animadoras ya es oficialmente la capitana. Tardé media hora en secarme el pelo y volverme a poner el maquillaje en el vestuario de las chicas. A la señora Small le decepcionó mucho que llegara tarde.
Me dijo que debería sentirme agradecida de que me bajaran de categoría, porque podían haberme expulsado del equipo.
Después del partido, me tumbo en el sofá junto a mi hermana. El pelo me huele todavía a cloro, pero estoy demasiado cansada como para preocuparme por eso. Después de cenar, noto como los ojos se me empiezan a cerrar.
— ¡____, despierta! Colin está aquí. — me dice mi madre, zarandeándome.
Levanto la cabeza y veo a Colin, de pie frente a mí. Me ofrece la mano.
— ¿Estás lista?
Vaya, me he olvidado de la fiesta de Shane, pese a que hace meses que está planeada. No me apetece nada ir.
— No vayamos y quedémonos en casa.
— ¿Estás de broma? Todos esperan que vayamos. No puedes perderte la mayor juerga del año. — dice mirándome los pantalones de chándal y mi camiseta ancha. — Te esperaré mientras te vistes. Date prisa. ¿Por qué no te pones ese mini vestido negro que tanto me gusta?
Me arrastro hasta el armario para cambiarme. En una esquina, junto a la camiseta sin mangas de DKNY, está la bandana de Justin. La lavé anoche, pero cierro los ojos y me la llevo a la nariz para comprobar que su fragancia sigue en la tela. Lo único que acabo distinguiendo es el olor del detergente. Qué decepción. Ahora mismo no estoy preparada para analizar mis sentimientos, especialmente porque Colin está esperándome abajo.
Tardo bastante en ponerme el mini vestido negro, arreglarme el pelo y maquillarme. Espero que Colin no esté cabreado por haber esperado tanto. Tengo que estar perfecta o mi madre no tardará ni un instante en criticar mi aspecto delante de él.
Cuando vuelvo a bajar, Colin está sentado al borde del sofá, ignorando completamente a Shelley. Creo que se pone nervioso cuando está cerca de ella.
— Estás increíble. — señala, acercándose a mí.
En el trayecto hasta la casa de Shane, observo al que ha sido mi novio durante los últimos dos años. La primera vez que nos besamos fue jugando a la botella en casa de Shane, en el segundo curso de instituto. Él me cogió entre sus brazos y nos besamos durante cinco minutos. Desde entonces hemos sido pareja.
— ¿Por qué me miras de ese modo? — pregunta, girando la cabeza.
— Estaba recordando la primera vez que nos besamos.
— Fue en casa de Shane. Sí, menudo espectáculo, ¿eh? Incluso los de último curso se quedaron boquiabiertos.
— Ahora somos nosotros los que estamos en el último curso.
— Y todavía somos la Pareja Dorada, guapa. — dice, doblando para encarar el camino de entrada de Shane. — ¡Que empiece la fiesta! ¡Ya ha llegado la Pareja Dorada! — grita Colin cuando entramos en la casa.
Él se va con los chicos mientras yo voy a buscar a Sierra. La encuentro en el salón. Mi mejor amiga me da un abrazo y después me hace señas para que tome asiento en el sofá, a su lado.
— Ahora que ____ está aquí — dice Sierra — podemos empezar a jugar.
— ¿A quién te gustaría besar? — pregunta Madison.
— ¡Oh, espera! — digo. — Tengo las opciones perfectas: ¿El entrenador Garrison o el señor Harris, el profesor de matemáticas?
— ¡Garrison! — exclaman todas al unísono.
— Está tan bueno… — añade Megan.
— Pues siento aguaros la fiesta, pero he oído que es gay — confiesa Sierra entre risitas.
— Bueno… yo tengo otra — interviene Darlene. — ¿Colin Adams o Justin Bieber?
Todas desvían la mirada hacia mí. Entonces, Sierra me da un codazo, como indicándome que no estamos a solas. Debe de ser Colin. ¿Por qué me la ha jugado así Darlene?
Todos están mirando ahora a Colin, qué está de pie detrás de mí.
— Ups. Lo siento. — dice Darlene, disculpándose por haberse ido de la lengua.
— Todos saben que ____ elegiría a Colin. — interviene Sierra mientras se mete una galleta salada en la boca.
Colin se aleja, dirigiéndose hacia el patio. Después de fulminar a Darlene con la mirada, lo sigo al exterior.
Lo encuentro sentado en una de las tumbonas junto a la piscina.
— ¿Por qué coño has tenido que dudar cuando Darlene te ha hecho la pregunta? — vocifera. — Me has puesto en ridículo bueno.
— Bueno, ahora mismo yo tampoco estoy muy contenta con Darlene…
Colin suelta una carcajada irónica.
— ¿No lo entiendes? No es culpa de Darlene.
— ¿Crees que es culpa mía? Como si fuera yo quien pidió ser compañera de Justin.
— No te quejaste demasiado. — dice, poniéndose en pie.
— ¿Estás buscando una discusión, Colin?
— Puede que sí. Ni siquiera sabes comportarte como una novia.
— ¿Cómo puedes decir eso? ¿Quién te llevó al hospital cuando te torciste la muñeca? ¿Quién sale corriendo al campo y te da un beso después del primer touchdown?
Vale… recibí clases de conducción en contra de mi voluntad. Me quedé dormida en los brazos de Justin borracha, pero no sabía lo que estaba haciendo. No ha ocurrido nada con Justin, soy inocente aunque mis pensamientos no lo sean…
— Eso fue el año pasado. — dice Colin, cogiéndome de la mano y tirando de mí para volver a entrar en la casa. — Quiero que me demuestres lo mucho que te importo. Ahora.
Entramos en la habitación de Shane, y Colin me obliga a tumbarme en la cama con el. Lo aparto cuando me acaricia el cuello con la punta de la nariz.
— Deja de comportarte como si te estuviera forzando, ____. — masculla Colin. La cama cruje con nuestro peso. — Desde que empezó el instituto has estado actuando como una maldita monja.
— No quiero que nuestra relación se base en el sexo. Me da la sensación de que nunca hablamos. — digo, incorporándome sobre la cama.
— Pues hablemos. — dice mientras su mano se pase por mi pecho.
— Tú primero. Di algo y después hablaré yo.
— Esta es la cosa más estúpida que he oído nunca. No tengo nada que decir, ____. Si tú tienes algo en mente, suéltalo.
Respiro profundamente, castigándome a mí misma por sentirme más a gusto con Justin que en aquella cama con Colin. No puedo permitir que termine nuestra relación. Mi madre se pondría histérica, mis amigas fliparían… el mundo se acabaría…
Colin tira de mí para que me tumbe a su lado. No puedo romper con él sólo porque me dé miedo tener relaciones sexuales. Después de todo, él también es virgen. Y me ha esperado para que los dos podamos compartir ese momento. La mayoría de nuestros amigos ya lo han hecho. Tal vez eso es lo que hace que me sienta como una estúpida, y mi interés por Justin se haya convertido en la excusa perfecta para evitar acostarme con Colin.
Sus brazos me rodean la cintura. Llevamos juntos dos años, ¿por qué echarlo todo a perder por una estúpida atracción hacia alguien a quien ni siquiera debería dirigir la palabra?
Cuando los labios de Colin están a escasos centímetros de los míos, reparo en algo que me deja helada. Una fotografía sobre el vestidor de Shane. Colin y él en la playa, este verano.
Hay dos chicas con ellos, y Colin rodea cariñosamente con los brazos a una bonita morena con el pelo corto y enmarañado. Sonríen de oreja a oreja, como si tuvieran un secreto que están a punto de compartir.
— ¿Qué es eso? — le pregunto, señalando la foto e intentando que no se me refleje la inquietud en la voz.
— Un par de chicas que conocimos en la playa. — dice, recostándose de nuevo mientras yo sigo mirando la foto.
— ¿Cómo se llama la chica a la que rodeas con el brazo?
— No lo sé. Creo que se llamaba Mía o algo así.
— Parecéis una pareja… — señalo.
— Eso es ridículo. Ven aquí. — me ordena. Entonces se yergue y me impide seguir observando la fotografía. — Tú eres la única a la que deseo ahora, ____. — ¿Qué quiere decir con ahora? ¿Se refiere a que este verano ha deseado a Mía pero que ahora me desea a mí? Antes de que me dé cuenta, me ha bajado el vestido y me ha desabrochado el sujetador. Intento concentrarme y convencerme de que mis dudas son tan sólo por los nervios.
— ¿Has echado el pestillo de la puerta? — pregunto, intentando alejar la inquietud de mi mente.
— Sí. — responde él, totalmente absorto en mis pechos. Consciente de que tengo que poner de mi parte, lo toco por encima de los pantalones.
Colin se incorpora, me aparta la mano y se baja la cremallera.
Se baja los pantalones hasta las rodillas, y me mira.
— Vamos, ____. Probemos algo nuevo. — No me siento bien, todo parece demasiado preparado. Me acerco un poco, aunque tengo la mente en otro sitio.
La puerta se abre con un chirrido y la cabeza de Shane asoma por el hueco. De inmediato, una sonrisa enorme se le dibuja en la cara.
— ¡Coño! ¿Dónde hay una cámara de fotos cuando la necesitas?
— ¡Pensaba que habías cerrado la puerta! — le grito a Colin enfadada mientras me apresuro a ponerme el sujetador y el vestido. — Me has mentido…
Colin coge la manta y se tapa.
— Joder, Shane, déjanos un poco de intimidad, ¿quieres? ____, deja de comportarte como una histérica.
— Por si no te has dado cuenta, esta es mi habitación. — dice Shane, y apoyándose en el marco de la puerta, enarca una ceja y me mira divertido. — ____, dime la verdad. ¿Son naturales?
— Shane, eres un cerdo. — le espeto, apartándome de Colin.
Mi novio intenta cogerme cuando bajo de la cama de un salto.
— ____, vuelve aquí. Siento no haber echado el cerrojo. Me he dejado llevar por el momento.
El problema es que el hecho de que la puerta estuviera abierta no es la única razón por la que estoy enfadada. Me ha llamado histérica sin pensárselo dos veces. Y no ha regañado a Shane por su comentario. Miro a mi novio.
— ¿Ah sí? Bueno, pues ahora soy yo la que se deja llevar por el momento, y se larga de aquí.
~*~
A la una y media de la mañana estoy en mi habitación, mirando el móvil. Colin me ha llamado treinta y seis veces. Y ha dejado diez mensajes. Desde que Sierra me ha acompañado a casa, he intentado ignorarle. En parte por que tengo que dejar que se me pase el enfado. Me atormenta la idea de que Shane me haya visto medio desnuda.
Es la trigésimo novena llamada de Colin, y mis pulsaciones ya han recuperado su ritmo habitual.
Finalmente, respondo al teléfono.
— Deja de llamarme. — le suelto.
— Dejaré de hacerlo cuando oigas lo que tengo que decirte. — anuncia Colin al otro lado de la línea, con un tono de voz lleno de decepción.
— Pues habla, te escucho.
— Lo siento, ____. Siento no haber echado el cerrojo de la puerta. Siento haber querido tener relaciones sexuales. Siento que uno de mis amigos se lo tome a broma cuando no tiene ninguna gracia. Siento no poder soportar veros a Bieber y a ti en clase de Peterson. Siento haber cambiado este verano.
No sé qué decirle. Colin ha cambiado, pero ¿también lo he hecho yo? ¿O soy la misma persona que se despidió de él antes de que se marchara de vacaciones? No lo sé. Sólo tengo una cosa clara.
— Colin, no quiero que nos peleemos más.
— Yo tampoco. ¿Puedes olvidar lo que ha pasado esta noche? Te prometo que te recompensaré. Voy a comprarte unos pendientes preciosos, ___.
No tengo valor para decirle que lo que quiero no son unos pendientes. Serían un símbolo de la disculpa de Colin y siempre me recordarían a aquella noche. También servirían para hacerme sentir culpable por no corresponderle con… mi virginidad. Eso es algo que me tiene algo trastocada. Colin quiere recompensarme con unos pendientes caros, pero todavía no me ha recordado que me quiere. Supongo que eso es algo que no ocurriría si saliera con un chico como Justin. Él no podría permitirse todos esos regalos, y probablemente sus palabras serían más sinceras.
— Colin, no quiero los pendientes.
— Entonces, ¿qué quieres? Dímelo.
Tardé un rato en contestar. Hace seis meses podría haber redactado un ensayo de cien páginas sobre todo lo que quería.
Desde que empezó el instituto, todo ha cambiado.
— Ahora mismo no sé lo que quiero.
— Bueno, ¿me darás una pista cuando lo sepas?
Claro, si es que llego a descubrirlo.

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