El cielo es mi único límite♥.

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Espero que te guste todo lo que leas en este blog, porque es mi pequeño espacio. Iré publicando todas las novelas que escriba o adapte, y también iré creando posts parecidos a los de Tumblr.
{Belieber&Directioner} Si eres un hater, puedes volver por donde has venido, no creo que aquí haya nada que te interese.

miércoles, 4 de enero de 2012

Química Perfecta {3} «Adaptada»

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Mis padres me han enseñado ciertos lemas que ahora rigen mi vida. Esa es la razón por a que no tuve ninguna objeción cuando mi padre me ofreció el BMW como excesivo regalo de cumpleaños hace un par de semanas.
Acabo de recoger a mi amiga Sierra, y ahora mismo las dos vamos montadas en él, de camino al instituto.
Desvío la mirada hacia la foto en forma de corazón que hay sobre el salpicadero, en la que salimos Colin y yo.
—La gente puede cambiar en un verano. — Le comento preocupada a mi amiga.
—Pero la distancia refuerza el cariño en una relación— Responde Sierra. — Tú eres la capitana de las animadoras y él es el capitán del equipo de fútbol de Fairfield. So vosotros dos no estáis destinados a estar juntos, es que el mundo se encamina a su fin.
Durante el verano Colin me llamó unas cuantas veces desde la cabaña de su familia, donde fue a pasar unos días con sus colegas. Pero ahora no sé en qué punto está nuestra relación. Anoche regresó a Los Ángeles.
Pienso que nadie sabe lo que es vivir en mi casa. Por suerte, puedo contar con Sierra. Puede que no lo comprenda todo, pero al menos sabe lo suficiente para escucharme y guardar el secreto de mis asuntos familiares. Aparte de Colin, ella es la única persona que conoce a mi hermana.
Entro en el aparcamiento del instituto pensando más en mi hermana que en la carretera. Las ruedas del coche chirrían cuando freno en seco al ver que casi impacto contra un chico y una chica montados en una moto. Pensaba que había un espacio libre para aparcar.
— Cuidado, niña. — Dice Alice Tomlison, la chica que veo en la parte de atrás de la moto, y que ahora me enseña el dedo corazón.
Es obvio que no prestó mucha atención en case de educación vial, cuando hablaron de la violencia en la carretera.
— ¡Lo siento! — Grito para que puedan oírme por encima del rugido de la moto. — Pensaba que no había nadie aparcado.
Entonces me doy cuneta de a quién pertenece la moto. El conductor se da la vuelta, con una mirada enfadada en sus ojos miel y una bandana roja y negra. Me hundo en el asiento del conductor tanto como puedo.
— Mierda, es Justin Bieber — Digo, haciendo una mueca.
— Joder, ____. — Añade Sierra en voz baja — Me gustaría vivir para ver nuestra graduación, así que sal de aquí antes de que decida matarnos a las dos.
Justin me fulmina con la mirada diabólica, mientras baja el caballete de su moto. ¿Acaso va a plantarme cara?
Busco la marcha atrás, moviendo desesperadamente la palanca de cambios de un lado a otro.
Él da un paso hacia el coche. Mi instinto me dice que salga de allí y eche a correr. Miro a Sierra, quien está demasiado ocupada buscando algo en el bolso.
— No consigo poner la maldita marcha atrás. ¡Necesito ayuda!. ¿Qué estás buscando? — Pregunto.
— Pues… nada. Sólo intento no mirar a los ojos a los American Blood. Date prisa, ¿quieres? — Dice Sierra entre dientes.
Tras conseguir poner la marcha atrás, las ruedas de mi coche vuelven a chirriar mientras hago maniobras correspondientes y busco otra plaza de aparcamiento.
Intento irme lo más lejos posible de un pandillero cuya reputación atemorizaría al más duro de los jugadores de fútbol del instituto. Sierra y yo subimos los escalones que llevan al instituto. Por desgracia, Justin Bieber y sus compinches nos esperan en la entrada principal.
— No te detengas — Masculla Sierra — Haz lo que quieras, pero no los mires a los ojos.
Cuando Justin Bieber se coloca frente a mí, bloqueándome el paso, sé que va a resultar muy difícil seguir el consejo de Sierra.
¿Cuál era la frase que debía entonarse justo antes de morir? Porque creo que eso es lo que estoy a punto de hacer ahora.
— Eres una pésima conductora. —Dice Justin con su acento canadiense, adoptando una pose de macho ibérico.
El chico tiene el cuerpo musculoso y el rostro impecable. Casi podría pasar por un modelo de DKNY, pero la expresión de su rostro es más bien de las que aparecen en las fotografías de los más buscados en las comisarías.
Los chicos de la zona norte no se relacionan con los chicos de la zona sur. No es que nos creamos mejores que ellos, pero somos diferentes. Hemos crecido en diferentes ciudades, completamente distintas. Nosotros somos de aquí, de Los Ángeles, y vivimos en grandes casas cercanas a la playa. Ellos en cambio, vienen de las zonas bajas de Canadá, y ahora viven cerca de las vías del tren. Nosotros nos vestimos, hablamos y actuamos de otro modo. Nuestro aspecto es distinto. No quiero decir ni que sea algo bueno ni malo, pero las cosas funcionan así en Fairfield. He de admitir que la mayoría de las chicas de la zona sur me tratan como lo hace Alice Tomlison… me detestan por lo que soy.
O mejor dicho, por lo que creen que soy.
La mirada de Justin me recorre lentamente el cuerpo, de arriba abajo, antes de detenerse de nuevo en mi cara. No es la primera vez que un chico me mira de esa forma, pero nunca lo habían hecho como lo está haciendo Justin, tan descaradamente… y tan cerca. Siento que empiezo a ruborizarme.
— La próxima vez, mira bien por donde vas, rubita. — Dice con tono de voz frío y dominante.
Está intentando intimidarme. Es todo un profesional. No permitiré que se salga con la suya y que gane este jueguito, aunque el estómago no deje de darme vueltas. Enderezo los hombros y le lanzo una sonrisa de desprecio. La misma que utilizo para quitarme a la gente de encima.
— Gracias por el consejo.
— Si alguna vez necesitas a un hombre hecho y derecho que te enseñe a conducir, puedo darte algunas clases.
Los silbidos y exclamaciones de sus compinches me sacan de quicio.
— Si fueras un hombre hecho y derecho, me habrías abierto la puerta en lugar de bloquearme el paso. — Digo, regodeándome con la respuesta, aunque me flaqueen las rodillas.
Justin se aparta, abre la puerta y hace una reverencia como si fuera mi mayordomo. Está riéndose de mí. Lo sabe y yo también. Todos lo saben. Echo un vistazo a Sierra, que intenta desesperada buscar nada en el bolso. Qué ingenua.
— Madura un poco. — Le suelto a Justin.
— ¿Cómo tú? Deja que te diga algo, listilla. — Contesta con brusquedad —. Tu vida no es real, solamente es una farsa, como tú.
— Al menos es mejor que vivir la vida de un perdedor. — Le espeto, haciendo que mis palabras le duelan tanto como lo han hecho las suyas— . Como haces tú.
Cojo a mi amiga por el brazo y tiro de ella hacia la puerta abierta. Los silbidos y comentarios nos siguen, mientras atravesamos la entrada del instituto. Por fin, dejo escapar el suspiro que he estado reprimiendo y me vuelvo hacia Sierra. Mi mejor amiga me está mirando fijamente, con los ojos como platos.
— Oye, _____. ¿Quieres que te maten o qué?
— ¿Con qué derecho intimida ese Justin a todo aquel que se interpone en su camino?
— Bueno, puede que ayude el arma que lleva escondida en los pantalones, o los colores de su bandana. — Dice Sierra, con un tono de voz cargado de sarcasmo.
— No es tan estúpido como para traer un arma al instituto. — Le contesto. — Y me niego a ser intimidada. Ni por él ni por nadie.
Por lo menos en el instituto, que es el único lugar donde puedo fingir mi fachada perfecta porque todos se lo tragan. De repente, noto que alguien coloca sus manos en mis caderas. Me doy la vuelta. ¡Es Colin!. El soll le ha aclarado el pelo rubio, y luce una sonrisa tan amplia que parece ocuparle toda la cara. Ojala tuviera un espejo para comprobar que no se me ha corrido el maquillaje. Rápidamente me lanzo a él y le doy el más fuerte de los abrazos.
Él me sujeta con firmeza, me besa con dulzura en los labios y se aparta para mirarme a los ojos.
— Estás incluso más guapa que la última vez que te vi. — Dice y me besa otra vez —. Siento no haberte llamado. Ha sido un coñazo, tenía que deshacer las maletas y todo eso.
Le sonrío y me alegro de que la distancia que nos separó durante el verano no haya influido en nuestra relación. Parece que el mundo no va a acabarse, al menos por el momento.
Colin me rodea los hombros con el brazo cuando se abren las puertas del instituto. Justin y sus amigos se abren paso a empujones como si estuvieran allí para atacar el centro.
— ¿Por qué se molestan en venir a clase? — Masculla Colin, suficiente bajo para que nadie pueda oír el comentario. — Ninguno de ellos va a conseguir terminar el curso…
Mi mirada se cruza brevemente con la de Justin, y un escalofrío me recorre la espalda.
— Esta mañana casi choco con la moto de Justin Bieber. — Le cuento a Colin en cuanto Justin desaparece por el pasillo.
— Pues ojala lo hubieras hecho.
— ¡Colin! — Le regaño.
— Por lo menos hubiera dado un poco de emoción al primer día de clase. Este instituto es un maldito aburrimiento.
¿Aburrimiento? Casi tengo un accidente de coche, una chica de la zona sur me ha mandado a la mierda y he sido acosada por un peligroso pandillero a las puertas del instituto. Si esto es un anticipo de lo que me espera el resto del año, Fairfield será de todo, menos aburrido.

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