El cielo es mi único límite♥.

Gracias por haber entrado
Espero que te guste todo lo que leas en este blog, porque es mi pequeño espacio. Iré publicando todas las novelas que escriba o adapte, y también iré creando posts parecidos a los de Tumblr.
{Belieber&Directioner} Si eres un hater, puedes volver por donde has venido, no creo que aquí haya nada que te interese.

miércoles, 4 de enero de 2012

Química Perfecta {26} «Adaptada»

~ Justin ~
— Tío, estaba besándote como si fuera el último beso de su vida. Si besa así, me pregunto cómo…
— Cállate, Henrie. — digo soltando una carcajada algo nerviosa. ¿Estoy nervioso?
— Va a acabar contigo, Justincito. — continúa Henrie, llamándome así porque sabe que odio ese estúpido ‘’apodo’’ — Mírate, anoche en el calabozo y hoy no vas a clase para ganar dinero y recuperar la moto. No cabe duda de que la tía está muy buena, pero ¿realmente merece la pena?
— Tengo que ponerme a trabajar. — suelto, mientras las palabras de Henrie resuenan en mi cabeza. Me paso toda la tarde trabajando debajo de un Blazer, pensando únicamente en besar una y otra vez a ____.
Sí que merece la pena. No tengo la menor duda.
— ¡Justin, Héctor está aquí!. Ha venido con Chuy. — anuncia Henrie a las seis, justo cuando estoy a punto de irme a casa.
Me limpio las manos en el mono de trabajo.
— ¿Dónde están?
— En mi oficina.
A medida que me acerco al despacho, me invade una sensación de terror. Abro la puerta y veo a Héctor cómodamente instalado, como si estuviera en su propia casa. Chuy está en un rincón.
— Henrie, es un asunto privado.
No me he dado cuenta de que mi primo me ha seguido hasta allí, actuando como un guardaespaldas que no necesito. Le hago un gesto para que nos deje solos. Siempre he sido leal a los American Blood, no hay razón para que Héctor dude de mi compromiso con la banda. La presencia de Chuy le añade importancia a la reunión. Si solamente estuviéramos Héctor y yo, no me sentiría tan tenso.
— Justin. — Héctor se dirige a mí en cuanto Henrie desaparece.
Le miro con una tímida sonrisa y cierro la puerta.
— Siéntate. — ordena, y espera a que tome asiento en el estropeado sofá que hay al otro extremo de la habitación. — Necesito que me hagas un favor, amigo.
De nada sirve aplazar lo inevitable.
— ¿Qué tipo de favor?
— Hay que hacer un intercambio, el 31 de octubre.
Aún queda un mes y medio. La noche de Halloween.
— No quiero tener nada que ver con asuntos de drogas. — le digo. — Lo sabes desde el primer día.
Miro a Chuy, quien parece haberse puesto tenso.
Héctor se pone en pie y me apoya una mano en el hombro.
— Debes olvidar lo de tu padre. Si quieres llegar a dirigir los American Blood, tendrás que involucrarte en el tráfico de drogas.
— Entonces, no cuentes conmigo.
Héctor me estruja el hombro y Chuy da un paso adelante. Es una amenaza silenciosa.
— Ojalá fuera tan simple. — confiesa Héctor. — Necesito que hagas esto por mí. Y, para serte sincero, me lo debes.
Mierda. Si no me hubieran arrestado, no le debería nada a Héctor.
— Sé que no me decepcionarás. Por cierto, ¿cómo está tu madre? Hace mucho que no la veo.
— Está bien. — replico, preguntándome qué tiene que ver mi madre en esta conversación.
— Dile que le mando saludos, ¿lo harás?
¿Qué coño significa esto?
Héctor abre la puerta, le india a Chuy que le siga y me dejan solo para que piense en ello. Me vuelvo a sentar, observando la puerta cerrada, y me pregunto si seré capaz de traficar con drogas. Si quiero mantener a salvo a mi familia, no tengo otra opción.
~*~
Estoy tumbado en mi cama bocarriba, pensando todavía en lo que me ha dicho Héctor. Mi madre y mis hermanos están haciendo unas compras en el centro comercial que hay en el centro de la ciudad. No he querido contarle nada a mi madre. No quiero preocuparla sin necesidad. Además, ella sería capaz de enfrentarse a Héctor y a Chuy, y las cosas se pondrían peor.
Oigo ruidos fuera de casa, y como alguien toca a la puerta.
— ¿____? ¿Qué haces aquí? — hago una mueca. Me alegra verla, pero no me esperaba para nada que fuera a venir.
— Quería estar contigo, si no te molesto…
— No, claro. Pasa.
Deja su bolso en un viejo sillón que hay junto al sofá. Estoy algo incómodo. No me esperaba que viniera y no sé qué hacer.
— ¿Quieres que… eh… estudiemos química un rato?
Pero antes de que pueda terminar la pregunta ya siento sus labios sobre los míos. Sonrío ante la sorpresa y escucho como ella gime levemente. Coloco las manos en su cintura y la pego más a mí. Ella rodea mi nuca con sus brazos mientras que con sus delicados dedos juguetea con mi pelo. Introduce su lengua en mi boca, y me sorprende que sea ella quien empiece así. Nuestro beso se va a haciendo de cada vez un poco más salvaje, hasta el punto de que comienzo a sentirme excitado. Ella ríe sobre mis labios, pero eso sólo consigue excitarme más. Esta no es la ____ tímida y dulce que conozco. Parece como si estuviera desbordada por la pasión. Avanzo lentamente sin que ella deje de besarme, siguiendo mis pasos.
La levanto a horcajadas haciendo que sus piernas queden rodeando mi cintura. Camino algo más rápido y la pego a la pared, haciendo que note mi erección contra ella. Suelta un gemido y se separa de mis labios para besar mi cuello.
— ¿Has venido por esto? — digo entre jadeos.
— Sí. No aguantaba más sin besarte, Justin. — susurra sin abandonar mi cuello.
No estoy seguro de lo que voy a hacer, y probablemente la esté cagando, pero necesito intentarlo. Estoy demasiado excitado como para pensar bien y con claridad.
La llevo hasta mi habitación y la tumbo sobre la cama, conmigo encima. Sigue sorprendiéndome demasiado que ella se deje hacer, cuando hace tres días no quería ni dirigirme la mirada. Ella sigue gimiendo, y yo acaricio su cuerpo sin llegar a tocar nada prohibido. Todavía.
Introduce las manos dentro de mi camiseta y acaricia mi espalda, después los abdominales. Soy yo el que ahora está absorto en su cuello, sin dejarme ningún rincón sin recorrer.
Me adelanto cuando veo que no aguanto más, y comienzo a subirle la camiseta. Noto como se sonroja, pero en ningún momento me detiene. Bajo la cabeza hasta su vientre plano, y deposito pequeños besos al mismo tiempo que le subo la camiseta. Me detengo en su tatuaje y sonrío al escuchar sus suspiros y gemidos. Ya no tiene la camiseta puesta ni yo tampoco.
Hace demasiado calor en esa habitación, y ambos estamos ya sudando. Asciendo por su cuerpo y llego a sus dos perfectos y duros pechos, aún con el sujetador puesto. Mis manos no han abandonado su trasero, ni han dejado de apretarla contra mí.
Echa la cabeza hacia atrás, y poniendo las manos en mi nuca me aprieta más contra ella cuando nota que estoy lamiendo la parte de sus pechos que queda libre por el sujetador. Su sabor es entre dulce y salado. Algo diferente, totalmente diferente. Y me encanta, sigue oliendo a galletas de vainilla.
— Sabes tan bien, cariño… — susurro.
Llevo las manos al botón de sus pantalones y se los bajo rápidamente, sintiéndome bastante desesperado por que llegue el momento. ¿De verdad va a ocurrir? ¿Voy a hacer el amor con ___ Ellis? ¿Le voy a ganar la apuesta a Lucky? No es eso lo que me interesa ahora. Me interesa ella, quiero hacerla mía. Hacer que sienta placer por tenerme a mí dentro, moviéndome sobre ella.
Me pilla desprevenido cuando hace un poco de fuerza y se coloca ella encima de mí.
— Ahora me toca a mí probarte… — dice en un gemido.
Coloca las manos en mis hombros y comienza a besar mi pecho y abdominales, deteniéndose un largo rato en el tatuaje que tengo en la cadera izquierda, tal y como he hecho yo.
Lleva sus manos a la hebilla de mi cinturón, y yo siento que no podría estar más excitado. Deseo que me quite ya los pantalones. Deseo saber qué se siente al hacerlo con ____ Ellis.
Justo cuando está a punto de hacerlo, siento unos zarandeos en mi brazo izquierdo.
— ¡Justin! ¡Justin despierta! — grita Louis sin parar de agitarme. — Mamá quiere que la ayudes con la compra. — Y dicho esto sale corriendo de la habitación.
Miro hacia abajo y veo a mi amigo demasiado contento. Estoy sudando, y excitado. Acabo de tener un sueño erótico con una chica que es algo parecido a mi novia, y que me trae loco desde hace semanas. Y lo peor de todo es eso, que ha sido un simple sueño. Un simple sueño que ha hecho que coja el mayor calentón en meses.
~ ____ ~
— No puedo creer que hayas cortado con Colin. — dice Sierra mientras se pinta las uñas sobre mi cama después de la cena. — Espero que no acabes arrepintiéndote, ____. Lleváis juntos mucho tiempo. Pensaba que le querías. Le has roto el corazón, ¿sabes? Llamó a Doug llorando.
— Quiero ser feliz. — le digo, sentándome a su lado. — Y con Colin hacía tiempo que no lo era. Ha admitido que este verano me engañó con otra chica. Se acostó con ella, Sierra.
— ¿Qué? No me lo puedo creer. Pero bueno… cambiando de tema. Has hecho progresos con Justin, ¿eh? Colin cree que estás mezclando algo más que tubos de ensayo con tu compañero de laboratorio.
— No es verdad. — le miento. Es mi mejor amiga y quiero decirle la verdad, pero soe incapaz de hacerlo. Al menos por el momento.
— ____, lo creas o no, soy tu mejor amiga. Y sé que me estás mintiendo. Admítelo.
— ¿Qué quieres que te diga?
— Quiero que por una vez me digas la verdad. Joder, ____ entiendo que no quieras que Darlene se entere de tus cosas, y que quieras dejar al margen al factor triple M. Pero estás hablando conmigo, tu mejor amiga.
Sierra coge el bolso y se lo cuelga en el hombro.
No quiero que se enfade conmigo, pero me gustaría hacerle entender lo importante que es todo esto.
— ¿No irás luego a contárselo a Doug?
Sierra hace una mueca de desprecio muy parecida a la que yo suelo hacer.
— Vete a la mierda, ____. Gracias por hacerme sentir que mi mejor amiga no confía en mí. Esta mañana te he visto hablar muy animadamente con esa tal Elisabeth. Si no te conociera, diría que estabas compartiendo secretitos con ella. Vale, admito que me puse celosa porque mi mejor amiga estaba compartiendo sus secretos con otra. Cuando te des cuenta de que lo único que me importa es que seas feliz, llámame.
Tiene razón. Pero lo de Justin es tan reciente que aún me siento vulnerable. Elisabeth es la única que sabe lo que hay entre nosotros, por eso recurrí a ella.
~*~
Me seco la gota de sudor que desciende lentamente por mi ceja, mientras me dirijo en coche a recoger a Justin para acompañarlo a la boda.
He elegido para la ocasión un vestido de tirantes ajustado y de color crema. Como mis padres estarán casa cuando regrese, he cogido una muda y la he guardado en la bolsa de deporte. Mi madre se encontrará con la ____ de siempre cuando llegue a casa: la hija perfecta. ¿Qué importa que tenga que representar un papel? Mientras ella sea feliz…
Doblo la esquina y me dirijo hacia la entrada del taller. Cuando diviso a Justin junto a su moto, me da un vuelco el corazón.
Díos mío, en menudo lío estoy metida.
No lleva puesta la bandana. Su suave y clara cabellera le cae sobre la frente, invitándome a apartarla a un lado. Unos pantalones negros ajustas y una camisa de seda negra sustituyen sus habituales pitillos y camiseta. Tiene el aspecto de un pandillero joven y temerario. No puedo evitar esbozar una sonrisa cuando aparco a su lado.
— Cariño, parece como si ocultaras un secreto.
‘’Pues sí, a ti’’ pienso mientras salgo del coche.
— Vaya. Estás… preciosa.
Doy una vuelta sobre mí misma.
— ¿Qué te parece el vestido?
— Ven aquí. — ordena, atrayéndome hacia él. — Ya no quiero ir a la boda. Prefiero tenerte para mí solo.
— De ninguna manera. — contesto, recorriéndole la línea de la mandíbula con un dedo.
— Muy graciosa.
Me encanta este Justin juguetón. Consigue que me olvide de todos los problemas.
— He venido para asistir a una boda, y eso es lo que voy a hacer. — explico.
— Vaya, y yo que pensaba que venías para estar conmigo.
— Tienes mucho amor propio, Bieber.
— No es lo único que tengo.
Me arrincona contra el coche. Siento su cálida respiración sobre mi cuello más caliente que el sol de mediodía. Cierro los ojos y espero el contacto de sus labios, pero en lugar de eso, oigo su voz.
— Dame las llaves. — exige, alargando las manos y arrebatándomelas.
— No irás a lanzarlas a los arbustos, ¿verdad?
— No me tientes.
Justin abre la puerta del coche y se instala en el asiento del conductor.
— ¿No vas a invitarme a entrar? — pregunto, confusa.
— No. Voy a aparcar tu coche dentro del taller para que no te lo roben. Esto es una cita oficial, yo conduzco. — me guiña un ojo y sonríe.
— ¿No creerás que voy a ir en esa cosa? — le pregunto, señalando la moto.
Justin enarca las cejas un segundo.
— ¿Por qué no? ¿Julia no es lo suficientemente buena para ti?
— ¿Julia? ¿Llamas Julia a tu moto?
— Sí. ¿Le supone eso a usted un problema, señorita Ellis? — pregunta con tono burlón.
— No. Me gusta Julia. Pero no quiero montarme en él con este vestido tan corto. A no ser que quieras que todo el que venga por detrás me vea el trasero.
Se frota la barbilla, reflexivo.
— Pues le alegrarías la vista a más de uno.
Me cruzo de brazos. Justin sonríe otra vez.
— Cariño, era broma. Sabes que nadie más que yo puede mirarte el trasero. Vamos en el coche de mi primo.
Después de conducir durante unos minutos, Justin saca un cigarro de un paquete que hay sobre el salpicadero. El chasquido del mechero me provoca náuseas.
— ¿Qué? — pregunta, con el cigarrillo encendido.
Puede fumar si quiere. Puede que esta sea una cita oficial, pero no soy su novia oficial ni nada de eso.
— Nada. — respondo, negando con la cabeza.
Le oigo exhalar y el humo del tabaco me molesta más que el fuerte perfume de mi madre. Bajo la ventanilla mientras intento contener la tos.
— Si te molesta que fume, dímelo.
— Vale, me molesta que fumes. — confieso.
— ¿Y por qué no lo has dicho antes? — responde, apagando el cigarrillo en el cenicero del coche.
— No puedo creer que te guste fumar. — digo, cuando reemprende la marcha.
— Me relaja.
— ¿Te pongo nervioso?
Su mirada me recorre lentamente. Los ojos, el pecho, los muslos.
— Con ese vestido, no te lo puedes ni imaginar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario