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miércoles, 4 de enero de 2012

Química Perfecta {6} «Adaptada»

~ Justin ~
Vale, puede que no haya decidido jugársela así en esto de las presentaciones. Tal vez escribir en su libreta ‘Sábado noche. Tú y yo. Clases de conducción y sexo duro…’, no haya sido una jugada mue inteligente. Y sin embargo, me moría de ganas de que a la señorita perfecta se le trabara la lengua con mi presentación. Y ese es precisamente el resultado.
— ¿Señorita Ellis?
Me divierto viendo como la perfección levanta la mirada hacia Peterson. Vaya, es muy buena. Mi compañera domina a la perfección el modo de ocultar sus verdaderas emociones. Lo sé porque es algo que yo suelo hacer.
— ¿Si? — Dice _____, ladeando la cabeza y sonriendo como la reina de la fiesta.
Me pregunto si esa sonrisa le ha servido alguna vez para librarse de una multa por exceso de velocidad.
— Su turno. Presente a Justin a sus compañeros.
Apoyo el codo en la mesa de laboratorio y me dispongo a esperar una presentación, que o bien va a tener que inventarse, o bien le va a obligar a confesar que no sabe absolutamente nada de mí. Repara en mi postura relajada, y por su expresión de ciervo asustado, estoy seguro de que la he dejado sin palabras.
— Os presento a Justin Bieber. — Empieza con una voz irritante. Me da rabia escuchar mi nombre de pila, pero intento mantener mi fría fachada, mientras ella continúa con su improvisada presentación. — Este verano, cuando no esperaba en la esquina de alguna calle para acosar a algún inocente, iba de excursión a los calabozos, ya sabéis a qué me refiero. Y oculta un deseo que nadie sabría adivinar.
De repente todos se quedan en silencio. Incluso la Sra. Peterson parece intrigada. Joder, incluso yo tengo la sensación de que las palabras que salen de los mentirosos labios de color rosa esmerilado de ____, son música para mis oídos.
— Su mayor deseo — Continúa — es ir a la universidad y llegar a ser profesor de química, como usted, señora Peterson.
Sí, claro. Miro a mi amiga Eli, a quien parece divertirle el hecho de que una niñita pija no tema dejarme en ridículo delante de toda la clase.
____ me lanza una sonrisa triunfal, segura de que ha ganado esta ronda. ‘Buen intento, pija’.
Me incoporo en la silla mientras la clase sigue en silencio.
— Os presento a _____ Ellis. — Empiezo, sabiendo que todas las miradas recaen sobre mí. — Este verano se ha dedicado a ir al centro comercial, comprando ropa para ampliar su vestuario, y se gastó el sueldo de papá en una operación de cirugía estética para realzar sus, ejem, cualidades.
Puede que esto no sea lo que ella ha escrito, pero seguro que se acerca a la realidad. A diferencia de la presentación que ella ha hecho de mí.
Reparo en las risitas de mis amigos en la parte posterior de la clase. ____ se ha quedado de piedra a mi lado como si mis palabras hubieran herido su apreciado ego. ____ Ellis está acostumbrada a que los demás le hagan la pelota, y puede que necesite a alguien que le abra los ojos. En realidad, le estoy haciendo un favor. Lo que no sabe es que aún no he acabado con su presentación.
— Su mayor deseo — añado, obteniendo la misma reacción que ha conseguido ella — Es salir con un miembro de los American Blood antes de terminar el instituto.
Tal como esperaba, mis palabras son recibidas con comentarios y silbidos en la parte de atrás de la clase.
— ¡Bien dicho, Bieber! — Exclama mi amigo Lucky.
— Yo saldré contigo — Añade otro.
Choco los cinco con otro American Blood llamado Marcus, que está sentado detrás de mí. Después reparo en Eli, que está negando con la cabeza como si hubiera hecho algo mal. ¿Qué pasa? Sólo me estoy divirtiendo un poco con una niña rica de la zona norte.
____ mira a su novio, y después a mí. Le lanzo a Colin una mirada que dice ‘empieza el juego’. La cara de Colin adopta repentinamente un color rojizo, como el de una guindilla. Acabo de invadir su territorio. Eso está bien.
— Silencio chicos. — Interviene con firmeza Peterson. — Gracias por sus creativas, y… esclarecedoras presentaciones. Señorita Ellis y señor Bieber, quédense después de clase.
~*~
— Sus presentaciones no sólo han sido horrorosas, sino también muy irrespetuosas. Tanto conmigo como con el resto de compañeros. — Dice Peterson después de clase, mientras _____ y yo esperamos delante de su mesa. — Tienen una opción — Añade sujetando dos papeletas de castigo azules en una mano, y dos hojas de papel en la otra. — O bien eligen quedarse castigados hoy después de clase, o bien acceden a escribir para mañana una redacción de quinientas palabras sobre el respeto. ¿Qué dicen?
Me inclino y cojo la papeleta de castigo. ____ elige la hoja de papel, cómo no.
— ¿Alguno de ustedes no está de acuerdo con mi método de asignar compañeros de laboratorio? — Pregunta Peterson,
____ responde sí, al mismo tiempo que yo respondo no.
Peterson se quita las gafas y las deja sobre la mesa.
— Escuchen, será mejor que arreglen sus diferencias antes de que acabe el año. _____, no la voy a cambiar de compañero. Ambos están en el último curso y tendrán que aprender a lidiar con gente de diversas personalidades tras la graduación. Si no quieren ir a cursos de verano para recuperar mi clase, les sugiero que trabajen el uno con el otro. Ahora dense prisa si no quieren llegar tarde a su siguiente clase.
Acto seguido, mi compañera y yo salimos de clase.
— Deja de seguirme. — Espeta, mirando por encima del hombro para comprobar cuánta gente nos observa caminar juntos por el pasillo. Como si yo fuera el mismo diablo…
— Ponte manga larga cuando venga a recogerte el sábado por la noche. — Insisto, a pesar de ser consciente de que ella está a punto de perder los nervios. Normalmente, no suelo meterme con las niñas pijas, pero me encanta sacar de quicio a esta en particular. Y es que _____, la más popular y deseada de todas, se trata del blanco perfecto. — Si no, pasarás mucho frío en el asiento trasero de mi moto.
— Escucha, Justin. — Me dice, dándose a vuelta y haciendo que su melena bronceada por el sol le caiga sobre los hombros. Me lanza una mirada de hielo con sus ojos claros. — No salgo con chicos que pertenecen a pandillas, y no me van las drogas.
— Yo tampoco salgo con chicos que pertenecen a bandas. — Digo acercándome a ella. — Y no consumo drogas.
— Sí, claro. Me extraña que no estés ya en un centro de desintoxicación o algún campamento para delincuentes juveniles.
— No me conoces.
— Sé lo suficiente. — Dice cruzándose de brazos. A continuación, baja la mirada al percatarse de que con esa postura sólo consigue realzar sus pechos, y deja caer las manos a los costados, algo ruborizada.
Hago un esfuerzo por no mirarle los pechos y doy un paso hacia delante.
— ¿Te chivaste de mí con Simons?
— ¿Y qué si lo he hecho? — Replica, retrocediendo un poco.
— Nena, me tienes miedo. — Es una afirmación, no una pregunta. Deseo oír de sus propios labios la razón de la opresión que siente por mí.
— La mayoría de la gente de este centro tiene miedo de mirarte de la manera equivocada, y acabar con una bala en el pecho.
— Entonces mi pistola ya estaría echando humo, ¿no te parece? ¿Y por qué tú no sales huyendo del malvado pandillero? ¿Eh?
— Lo haré en cuanto tenga oportunidad.
Ya me he divertido con esta ricachona. Es hora de dejarle las cosas claras, y hacerle ver quién lleva los pantalones. Acorto la distancia que nos separa, y acerco mi boca a su oído.
— Afronta los hechos. Tu vida es demasiado perfecta. Es probable que te quedes toda la noche despierta, fantaseando sobre darle algo de sabor a ese montón de algodones en el que vives. — Maldita sea, puedo captar el olor a vainilla de su perfume. Me recuerda a las galletas, y eso no es nada bueno, porque me encantan las galletas. — Quien juega con fuego acaba quemándose, nena.
— Si la tocas, te arrepentirás de ello, Bieber. — Campanea la voz de Colin. Parece un burro con esos enormes dientes blancos y esas orejas, sobresaliéndole del rapado al cero que lleva. — Apártate de una vez de ella.
— Colin, — Dice _____. — No te preocupes. Puedo encargarme de esto sola.
Cara Burro ha traído refuerzos: tres colegas con el mismo aspecto de pijos se levantan tras él, como sus guardaespaldas. Estudio el aspecto de Cara Burro y de sus tres amigos, para calcular las posibilidades de enfrentarme yo solo a ellos. Llego a la conclusión de que es probable que los cuatro puedan conmigo, pero en este caso, no saldrían ilesos del encuentro.
— Cuando seas lo suficientemente fuerte como para jugar en primera división, entonces escucharé todas las idioteces que salen tu boca. — Le replico.
Otros estudiantes se agolpan a nuestro alrededor, dejando espacio para una pelea que seguramente será breve, frenética y sangrienta. Lo que no saben es que Cara Burro es todo un corredor. Sin embargo, esta vez ha venido acompañado, de modo que quizá decida plantarme cara. Por lo que a mí respecta, siempre estoy preparado. He participado en más peleas de las que puedo contar con los dedos de las manos y los de los pies. Y tengo las cicatrices que lo demuestran.
— Colin, no merece la pena. — Dice ____.
‘Gracias nena, lo mismo te digo’, pienso.
— ¿Me estás amenazando, Bieber? — Espeta Colin, ignorando a su novia. Escuchar mi apellido solamente consigue enfurecerme más.
— No, idiota. — Digo mirándole fijamente. — Sólo los cobardes ricachones como tú amenazan a los demás.
_____ se coloca delante de Colin, y le pone la mano en el pecho.
— No le hagas caso. — Susurra.
— No te tengo miedo. Mi padre es abogado. — Se defiende Colin antes de rodear a _____ por el brazo. — Ella es mía. Nunca lo olvides.
— Entonces ponle correa. — Le advierto. — O puede que se sienta tentada a buscar otro dueño.
Mi amigo Ryan aparece a mi lado. — ¿Va todo bien, Justin?
— Sí, Ryan. — Contesto. Dicho esto, veo a dos profesores acercándose por el pasillo, acompañados por un tipo vestido de uniforme. No voy a caer en la trampa y caer en la lista negra de Simons. — Si todo va bien — repito volviéndome a _____. — Nos vemos más tarde, nena. Estoy deseando explorar nuestra química.
Ya tengo bastante con el castigo, así que decido marcharme para librarme de una expulsión. Pero antes _____ me hace una mueca con su nariz, como si me considerara escoria de la sociedad.

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